Crónicas de Japón 2007 (Día 20 – Tokyo)
31 agosto 2007
La mañana de este día decidimos ir al Yodobashi Camera de Akihabara, un impresionante centro comercial (estilo Media Markt) de unas 7 plantas cada una dedicada exclusivamente a una cosa, desde PC (Persocon), hasta cámaras de fotos, impresoras y fax, etc.
Yo me compré una réplica de esas de bolitas de plástico de una Magnum 357, la que lleva Ryo Saeba en City Hunter.
Después de eso volvimos al hotel a dejar las compras y nos fuimos a comer a un restaurante de ramen que había prácticamente al lado. La verdad es que estuvo delicioso.
Ya con el estómago lleno fuimos con la línea Yamanote hasta la estación Hamamatsucho a pasar el resto del día por la zona.
Lo primero fue ir dirección a la Torre de Tokyo, la cual no tenía perdida ya que se veía al final de la calle desde fuera de la estación.
Dirección a la torre vimos un bar donde seguro servían comida muy buena ya que estaba hasta los topes. Y después una puerta estilo japonés por debajo de la cual pasaban coches y que supongo que era parte de la entrada al templo Zojoji.
A mi la combinación de lo moderno con lo antiguo me encantó, con el templo delante de la torre.
Cuando llegamos a la torre, a los pies había una chica haciendo un espectáculo con un mono además de unas estatuas de unos perros conmemorando una vieja historia en que unos perros sobrevivieron en la Antártida en 1958.
La Torre de Tokyo se erguía sobre nuestras cabezas. La altura que tenía era impresionante.
Después de pagar la entrada para el primer mirador (el segundo estaba bastante más arriba, pero era más caro), subimos en el ascensor.
Las vistas, como nos esperábamos, una auténtica pasada. Incluso se podía ver Odaiba, la bahía de Tokyo. Una lástima que debido a la lluvia de días anteriores había niebla.
Cuando ya habíamos visto el paisaje y después de hacer el tonto haciéndonos una foto en una de esas máquinas de fotos adhesivas típicas en Japón, bajamos por el ascensor hasta la planta del acuario.
Ya fuera de la Torre nos dirigimos hacia la estación Hamamatsucho, pero vimos que si seguíamos caminando llegábamos al puerto, por lo que decidimos ir a verlo.
Tal y como nos íbamos acercando, vimos desde lejos lo que parecía el mástil de un barco. Aunque cuando llegamos nos dimos cuenta de que era solo eso, un mástil enmedio de una plaza.
Nos estuvimos un buen rato mirando el mar y esperando a que se hiciese de noche viendo llegar un ferry (suele anochecer a las 18:30). Cuando ya se hizo de noche decidimos dar una vuelta alrededor de la estación de ferry y un hotel bastante lujoso para dirigirnos a otro sitio desde donde pudiésemos ver el puerto y desde donde pudimos ver el Rainbow Bridge.
Cuando volvimos al mástil vimos que había un montón de gente. No sabíamos si para celebrar algo o que solían quedar ahí.
Después de volver al hotel y cenar, decidimos ir a un Karaoke a cantar. Así que nos dirigimos a una de las calles de Meguro y empezamos a caminar sin rumbo. Caminamos unos 45 minutos charlando y de cachondeo todo el rato, pero aunque parezca mentira no encontramos ningún Karaoke, ni siquiera restaurantes y mucho menos negocios abiertos.
Así que decidimos deshacer el camino andado y cuando llegamos a la estación de Meguro decidimos echar un vistazo detrás de esta. Impresionante, tanto andar y justo detrás teníamos unos cuantos Conbini, un McDonalds de 2 plantas y lo más importante, 2 karaokes.
Entramos al que estaba encima de un Conbini y pedimos una habitación para 3. Creo que lo mínimo era 1 hora y la bebida era gratis. Como teníamos que esperar nuestro turno, nos bajamos al conbini a comprar algo para picar.
Cuando ya era la hora volvimos a subir y al poco tiempo nos dieron una habitación (insonorizada y con una decoración un poco… cutre, los asientos parecían una cebra)
Tras mirarnos los grandiosos libros y ver que los otros no cantaban (yo ya había dicho que no cantaría), fui el que cogió el micrófono y empecé con Shimauta (una canción dedicada a Okinawa del grupo japonés The Boom). Pero por vergüenza lo dejé al poco rato. Poco a poco se animó Óscar y como la mayoría de canciones solo salían en kanji en pantalla, cantamos el «Eyes on Me» del Final Fantasy VIII, el resto fue Angel Night de City Hunter (solo cantamos un poco porque pensaba que sería toda en inglés, no me acordaba), intentamos poner «The Real Folk Blues» de Cowboy Bebop pero empezó con Kanjis también y no dijimos ni una frase y finalmente Óscar se animó con «Tainted Love«, yo no me la sabía, pero iba siguiendo un poco el ritmillo.
Cuando ya estabamos metidos en el arte de la canción sonó el telefonillo que había colgado en la pared. Lo cogí, pensando todos que nos llamaban porque cantábamos demasiado mal. Parecía imposible, pero ya había pasado la hora, se nos había pasado volando y lo habíamos pasado de maravilla.
De esto hay vídeo, pero si ya no entra casi nadie al blog, no quiero ya que me lo cierren.